ALAN WILLIAM RODRIGUEZ PACHECO

Rut :
F.Nacim. :  Antofagasta; 28 años a la fecha de su asesinato
Domicilio : Victoria N° 2304, Comuna de Maipú, Santiago
E.Civil :     Soltero
Actividad : Profesor, Master en matemáticas.,egresado de la UTE
C.Repres. : Militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR); nombre político «Raúl»;
F. Det./Asesinato. : 3 de enero de 1985 en Maipú, Santiago

 

 

El 3 de enero de 1985 falleció Alan William RODRIGUEZ PACHECO, de 28 años, militante del MIR.
Según la versión oficial los hechos se produjeron alrededor de las 11:15 horas del 3 de enero de 1985 cuando personal de seguridad que ingresaba al inmueble de calle Victoria N° 2304 en la comuna de Maipú recibió disparos desde el interior, los que fueron respondidos produciéndose un intercambio de tiros de alrededor de media hora, a consecuencia de lo cual se incendió la casa, muriendo calcinado Alan Rodríguez, quien se defendía además con un mortero.

Sin embargo, testigos indican que el día de los hechos llegó al lugar un numeroso contingente de efectivos de seguridad, apoyados por un jeep que portaba una ametralladora. La casa, de material ligero, fue rodeada por los agentes de la CNI que conminaron a Alan Rodríguez a entregarse, comenzando acto seguido a dispararle, sin que hubiese oposición de su parte.

No resulta verosímil lo afirmado oficialmente en el sentido de que la víctima portaba un mortero, ya que con un arma de ese tipo habría causado grandes destrozos y heridos entre los agentes, lo que no sucedió. Igualmente no concuerda con el incendio completo del inmueble el que esa arma haya sido exhibida posteriormente intacta.
Por todo lo anterior la Comisión considera que Alan Rodríguez fue ejecutado por agentes de la CNI que no buscaban su detención sino su eliminación, considerando su muerte una violación a los derechos humanos de responsabilidad de agentes estatales.

Informe Rettig

Testimonio enviado a Memoriaviva por Emilia López Cifuentes

R E C U E R D O S ……

Alto, moreno, guapo, rebelde, decidido, y al mismo tiempo con una generosidad a toda prueba. Así era a primera vista ALAN WILLIAM RODRIGUEZ PACHECO.

Pero luego de conocerlo con más detención quienes fueron sus cercanos, podían comprobar más cualidades tales como su valentía, su voluntad de preocuparse y de luchar por el bienestar de los demás. Era capaz de dejar de lado sus propios compromisos, gustos e intereses en pos del bienestar de quienes lo rodeaban.

Un lejano y muy triste día 3 de enero de 1985 llegó a su casa de la comuna de Maipú, una tropa de cuervos asesinos quienes a fuerza de balas, metralletas, explosivos y hasta un mortero, cegaron para siempre su breve y esperanzada vida.

A pesar del gran miedo reinante en el Chile de esa época, -debido a la brutalidad del accionar de los aparatos represivos de la dictadura-, Alan continuaba cumpliendo fielmente con lo que le encomendaba su Partido, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR. Cada vez que le correspondió realizar alguna reunión, capacitación, etc., la hizo con la mayor responsabilidad y dedicación. Era un militante de lujo.

El negrito fue un lector fecundo, “se devoraba” cada libro que llegaba a sus manos, parecía leer con desesperación al punto que a veces se nos agotaban las posibilidades de conseguir más ejemplares. En realidad le interesaban todos los géneros de escritura, la novela, el cuento, la investigación, la ciencia, pero las Matemáticas constituían su fuerte, esa materia era lo suyo. Se tituló de profesor de esa asignatura y era dueño de un Master en la disciplina. Muchas veces para “distraerse” repasaba y estudiaba una y otra vez los libros con problemas de Cálculo. (yo que tengo mente de letras, no podía entender aquella entretención).

El día que nos entregaron el resultado positivo del examen de embarazo, se emocionó hasta las lágrimas. Se sentía realmente feliz, celebramos con un abrazo y bebiendo una copa de vino. Lo único que deseaba era que el tiempo transcurriera lo más rápido posible para conocer al bebé -le daba lo mismo que fuera hombre o mujer-. De manera que le buscamos un nombre para el género masculino y otro para el femenino.

Alan era un joven lleno de ilusiones, lleno de sueños y optimismo que hacía planes para el tiempo venidero, como salir a pasear con su hijo o hija en unos años más. Se preparaba para enseñarle a nadar, ‘deberá estar nadando antes de cumplir los tres años’, decía. Pero la vida -que en ese tiempo estaba dirigida en nuestro país por mentes extraviadas y criminales- dijo otra cosa. A él lo asesinaron cuando su hija tenía 5 meses y medio de gestación, por lo tanto no alcanzó a conocerla, ni siquiera supo que se trataba de una niñita.

Esa fatal mañana de jueves salgo temprano al paradero de la esquina. Cercano a las 08:00 ya estaba esperando la movilización que me llevaría al trabajo y Alan me acompaña hasta la puerta para despedirse, de modo que al instante los verdugos que lo acechaban por todos los alrededores de la casa, se cercioraron que efectivamente él se encontraba allí. Los monstruos distribuyeron las fuerzas de ataque y luego que yo desaparecí en el bus, comenzaron su cruel tarea de exterminio. Una vez que le quitaron la vida, saquearon por completo el lugar robándose todo lo que fue posible, a continuación produjeron un gran incendio que dejó la vivienda reducida a ruinas, y luego de ello para terminar la bárbara acción, exactamente a las 12:45 hrs., llegaron estos mismos buitres armados de metralletas a buscarme a mi trabajo (pero eso es parte de otra historia).

Se ha dicho que él fue muerto en otro punto de la ciudad y trasladado a la casa de Maipú, pero no es así, los hechos ocurrieron como los he relatado.
Paradójicamente nosotros vivíamos en una casita ubicada en la esquina de las calles VICTORIA con LIBERTAD, ¡¡que irónica contradicción!!.
Alan W. Rodríguez Pacheco (Raúl para sus compañeros y amigos de partido), el joven idealista que contaba con una gran sensibilidad social y que no dejaba de pensar en abrazar a sus queridos camaradas una vez terminada esta larga y tortuosa pesadilla que nos agobiaba, ahora yacía tendido en el piso con su cuerpo absolutamente carbonizado.

¿Cómo pudieron hacer algo así?,

¿Cómo los militares de Chile pudieron caer tan bajo?.

A Alan Rodríguez – igual que a miles de asesinados y desaparecidos- no se le hizo ninguna acusación que justificara la forma tan inhumana con que lo trataron, no hubo ningún juicio antes de ultimarlo. Sencillamente la consigna era matar, hacer desaparecer a todos los que se opusieran al régimen imperante y de manera especial a los jóvenes, que son quienes cuentan con la mayor valentía y audacia para expresar sus ideas y pensamiento. Alan murió sin tener derecho a la más mínima defensa, sin ser inculpado de ningún delito.

EMILIA, SU COMPAÑERA

UN DÍA CHILE ENLOQUECIÓ…….

Los terribles sucesos acontecidos en nuestro país el día 11 de septiembre de 1973 y que nos cambió la vida a todos para siempre, trajo aparejada una profunda división. Por una parte estaban los que pasaron a llamarse “humanoides, ratas, escoria, terroristas, pungas, sediciosos”, etc., y por otra, “los salvadores de la Patria”. Estos hombres “conocidamente buenos y guardianes de la ciudadanía”, adecuaron con prolijidad y esmero salas de tortura a través de todo el territorio nacional y comenzaron a practicar allí los más salvajes rituales de perversidad en contra de quienes consideraban sus enemigos.

En verdad ante acontecimientos de gran magnitud y de tal gravedad –como fueron aquellos de septiembre del ‘73- recibimos también respuestas increíbles, acciones de una irracionalidad que jamás hubiésemos imaginado, actos que retrataron la pobreza humana, conductas viles que degradaron a aquellos individuos que las practicaron.

Después de transcurridos más de 40 años de los hechos que estremecieron al país, los denominados humanoides, ratas y escoria, -miles de ellos ejecutados o desaparecidos- se yerguen hoy como ejemplos de vida.

Mayo de 2014

CORPORACIÓN SOLIDARIA UTE USACH