Por Chantal Castiglioni – Arci Mediaterronia Tv – Milán – Italia – 27-09-2021
Tejer, anudando hilos de colores vivos, con la lentitud del cambio de las estaciones, disfrutando cada momento; cada hoja llevada por el viento equivalía a una esperanza que se planeaba en el aire. El rojo del verano, el verde de la primavera, el amarillo del otoño, el blanco del invierno. Tejía y el tiempo pasaba, mantas a proteger sueños, a calentar los pasos de puntillas y los pies helados por la tristeza y el odio. Tejía sentada en las orillas del río y la naturaleza cantaba conmigo canciones del alma, canciones de tierra y sudor, de enamorados envueltos en sus cariños, del cantor que usaba la guitarra como un fusil. Y tocaba aquellas mismas cuerdas con acordes revolucionarios, trozo de madera transformado en arma musical, notas como hilos entrelazados: cada hilo un sonido, cada hilo una armonía, cada hilo la voz del pueblo que se va a levantar agregándose a la música. Una muñeca de trapo en el campo sembrando semillas nuevas, tiernos brotes rebeldes, cosecha de cosechar. Tejer, manos trabajadoras bordaban un vestido y aprendían el bien y el mal. Tejidos como aliento de los pobres, marchas silentes de sombras encorvadas y en cielo a mirarlas una luna llena que se parecía a un ovillo de lana, estrellas alcolchando desobediencia y blandas nubes rellenas de agua bendida que cayendo besa la tierra y besa los cuerpos de las mujeres que no se rinden. Mi juventud pasaba por los hilos de una telaraña ladrona de oportunidades, que me ataba y pegaba a una realidad irreales, esperando que la araña dictatorial comiera sus víctimas ya en trampa. Tejer y alejar los pensamientos malos encendiendo nuestro sol interior. Tejía, sentada, muñeca de trapo, anudando arcoíris, bordando canciones, encarando el fusil.
Me llamo Jenny Del Carmen Barra Rosales, soy una combatiente del Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Estoy convencida de que sin violencia no se conseguirá nada. Tengo plena convicción en la lucha armada para deshacer el régimen que nos reprime, nos tortura y nos hace desaparecer. Nuestra vida es una lucha sinfín que sea en la clandestinidad o a cara descubierta. El miedo y la rabia, las ganas de subvertir el orden constituidos por infames uniformados con el apoyo de civiles traidores. Siempre he denunciado lo malo que apesta nuestra sociedad. ¿Mi vida? Se ha siempre parecido a una calle cuesta arriba, insidiosa, pero tan preciosa porque, encima, teníamos, con mis compañeros de lucha, una meta común ósea la liberación de nuestra gente, el reflorecer de la dignidad y de la democracia. Me detuvieron dos veces en mi corta edad, la última un 17 de octubre de 1977, en primavera. Así los sucios milicos arrancaban las flores de la revuelta. Torturada hasta la muerte, asesinada y hecha desaparecer. Cuerpos de mujeres escribiendo un poema macabro, mapas de tormentos, huesos rotos. Cuerpos de mujeres lanzados al olvido.
Soy Jenny Del Carmen Barra Rosales estudiante de enfermería porque quería sanar el mundo, curar los desposeídos, cuidarme de los niños de las afueras. Tomaba el fusil mientras seguía tejiendo mi ideal de sociedad con otros tejedores soñadores e idealistas como yo, caminábamos, luchábamos, amábamos, cabros chicos desobedientes, con nuestra bandera roja y negra en la mano y en los hombros todo el sufrimiento de Chile. Permanecimos jóvenes en la memoria de nuestro Pueblo, caídos desaparecidos, enamorados de la libertad.
CHANTAL CASTIGLIONI. MILAN – ITALIA