Mes: octubre 2020
¿COMO SER MUJER Y SOBREVIVIR A LA PANDEMIA?
por Pamela Zamorano Pérez.
Pamela Zamorano Perez es Antropóloga Social, y ex SEREMI del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género de la Región de O’Higgins.
Con la aparición del virus COVID-19 y su expansión por todo el planeta hemos visto cómo los países, los pueblos, las comunidades y las familias han sido fuertemente afectadas en diversas dimensiones: sanitaria, social, económica y políticamente. Chile no es la excepción, más aun cuando nos encontramos atravesando un intenso movimiento social que busca realizar cambios sociopolíticos y económicos profundos al modelo neoliberal y alcanzar mayores niveles de equidad y justicia social.
En este contexto es que la pandemia contribuye a evidenciar con una claridad inesperada la profundidad de las desigualdades sociales que vivimos mujeres y hombres chilenos, nos preguntamos ¿cómo las mujeres que llevamos años viviendo en un modelo que abusa de nosotras en todos los ámbitos (económicos, políticos y sociales) podemos enfrentarnos a una pandemia cuyos efectos sobrepasan con creces el ámbito de la salud? Y he aquí cómo nos damos cuenta que las mujeres que siempre han ocupado puestos laborales precarios, inestables y con bajos sueldos son las primeras en quedar cesantes, llegando a alcanzar según cifras del INE a más de 900 mil las desempleadas. Esto sumado al creciente número de familias con jefatura de hogar femenina nos sitúa en una encrucijada compleja toda vez que las labores de reproducción social y familiar como el cuidado de la familia, el trabajo doméstico no remunerado o el trabajo comunitario de ollas comunes, continúa siendo una responsabilidad casi exclusivamente de las mujeres chilenas.
Las trabajadoras han estado en primera línea enfrentando esta crisis, las políticas del gobierno han descansado principalmente en aquellos rubros fuertemente feminizados como la salud, el aseo y la educación, cuyas labores se han sostenido sin medidas concretas que aborden temas como el cuidado, el trabajo doméstico y la sobrecarga laboral de estos 7 meses de crisis sanitaria. Son estas mujeres que día a día viven la pandemia enfrentadas a diferentes situaciones como el confinamiento, extensas jornadas de teletrabajo o a trabajos con alta exposición al contagio, que sumado al trabajo doméstico no remunerado, que continúa siendo desarrollando al interior de sus familias casi exclusivamente por mujeres, la falta de salas cunas y jardines infantiles o simplemente a la imposibilidad de seguir contando con una trabajadora doméstica, dada las prohibiciones sanitarias y el hecho de que este rubro no ha sido consideradas como esencial. Todo esto agudiza las brechas de género que nuestro país ya venía denunciando en las calles, y como si esto fuera poco, las mujeres (niñas, jóvenes y adultas) hemos quedado confinadas en las casas expuestas a la violencia intrafamiliar, al abuso sexual infantil o a la violencia económica, entre otras graves vulneraciones, sin contar con medidas gubernamentales certeras para proteger sus vidas. La falta de acceso a la justicia se ha agudizado con el funcionamiento virtual de los organismos públicos y la imposibilidad de que las escasas medidas de protección que establece la ley puedan ser cumplidas.
Otro asunto, son las mujeres indígenas, migrantes, rurales, diversas sexualmente o en situación de discapacidad, quienes han quedado relegadas a apoyos de sus entornos cercanos o círculos de sororidad territoriales, sin que el gobierno se pronuncia en lo más mínimo, evidenciándose que los aportes económicos del gobierno no llegan a todas las mujeres, ni priorizan a aquellas en situación de vulneración de derechos, ahora más que nunca se necesitan medidas afirmativas y focalizadas a las diversas necesidades de la inmensa diversidad de mujeres chilenas.
Es entonces, ¿qué hemos hechos las mujeres? La respuesta es mucho, aquí debemos visibilizar y valorizar el aporte de las organizaciones de las propias mujeres que no sólo demandan sus derechos, sino también se ponen al servicio de ollas comunes, crean plataformas de difusión de emprendimientos locales a través de grupos de WhatsApp, crean grupos de ayuda a quienes viven violencia de género, se cuidan en los barrios y las poblaciones, entre otras muchas acciones. Con el horizonte de cambiar este país, las mujeres están en las calles exigiendo democracia, participación, trabajo y por sobre todo una Nueva Constitución; democrática, paritaria y feminista que aborde los temas de fondo, buscando instalar principios de equidad y justicia, abriendo las anchas alamedas a la participación política de nosotras, no queremos más una democracia sin mujeres, estamos organizadas para luchar por el derecho a una vida libre de violencia y para que nunca más los derechos humanos de hombres y mujeres sean atropellados.
Esta vez Chile se construye con TODAS las mujeres!!!
Esto es lo que opino yo….. ahora te toca a tí.
Opínalo.
NUEVAS VOCES PARA EL APRUEBO
NUEVAS VOCES SE SUMAN AL APRUEBO Y CONVENCION CONSTITUCIONAL
VAMOS QUE SE PÚEDE
NO A UNA POLÍTICA DE ESTADO HOMICIDA
Publicado Octubre 5, 2020
Por A.Ramírez
Las noticias son devastadoras.
La exposición de los hechos que ha realizado la fiscal Chong es aplastante. Las pruebas aportadas por las investigaciones realizadas por la Fiscalía no dejan lugar a ninguna duda. El accionar del carabinero Zamora es de carácter homicida. Mientras tanto, el adolescente de 16 años se encuentra en estado grave en la Clínica Santa María.
Los testimonios visuales aportados por la investigación muestran la acción brutal y desmedida de las fuerzas especiales de carabineros, para reprimir a los manifestantes en Plaza Dignidad. Demuestran, además, la veracidad de las horrendas imágenes que circulan en redes sociales: el joven de 16 años es arrojado en forma vertical, cabeza abajo, a una altura de más de 7 metros a un río Mapocho que fluye con un hilo de agua. Por lo tanto, la caída ocurre sin ningún elemento que amortigue el impacto. El joven queda boca abajo en el curso de agua. Desde arriba el grupo de carabineros, incluido el autor de la cuasi ejecución, observan y luego se retiran sin prestar ninguna ayuda a la víctima.
El joven es retirado del agua por otros jóvenes a la espera de auxilio. Las imágenes muestran su desesperación al no poder prestar más ayuda.
Los momentos siguientes, de acuerdo a la información proporcionada por la fiscal Chong, dan testimonio de un conjunto de mentiras, para tratar de minimizar los efectos del accionar de carabineros. Llegan al extremo de inventar una detención del joven, y una lectura de sus derechos al momento de una detención que nunca ocurrió. Mientras tanto, el Ministro del Interior llamaba a no apresurarse con las conclusiones. También en esos momentos, carabineros emite una declaración en la que niega su participación en los hechos.
Las imágenes son devastadoras, dignas de una película de terror o, peor aún, de los peores tiempos de la dictadura de Pinochet. Las pruebas son irrefutables.
Los hechos refrendan algo que ya desde hace mucho es conocimiento público: la represión del Estado tiene como objeto aniquilar a sus opositores por vía del terror. Allí están los asesinados durante el Estallido Social; los centenares de jóvenes que perdieron sus ojos; los miles que fueron afectados por los disparos a mansalva de las Fuerzas Especiales de carabineros; sin mencionar la desatada represión en contra del pueblo mapuche.
Todo esto muestra de manera clara que estamos ante un Estado que recurre a una política de terrorismo, para amedrentar a sus opositores.
Por este motivo llamamos a la población, al movimiento social y a todas las personas de buena voluntad a impulsar:
La inmediata renuncia del Ministro del Interior, del Subsecretario del Interior, así como del Director General de Carabineros, como directos responsables de una política de carácter homicida, que tiene como objeto amedrentar a la ciudadanía ante el plebiscito que debería sentar las bases para establecer el verdadero retorno a la democracia en Chile.
La inmediata disolución del grupo de Fuerzas Especiales de Carabineros, y el despido de todos sus funcionarios, incluido su alto mando.
Este es uno de esos momentos, para ver quién está realmente con el pueblo de Chile y por el pleno restablecimiento de la Democracia en el país. El silencio solo condenará a quién calle.
Gentileza de DOBLECLICK
COLUMNA DE DANIEL MATAMALA: OTRA VEZ OCTUBRE – LA TERCERA
El ministro del Interior, Víctor Pérez junto al general director de Carabineros, Mario Rozas, visitan a una subcomisaría en Peñalolén.
Las imágenes son estremecedoras. Varios videos muestran cómo un carabinero empuja a un adolescente y lo hace caer al lecho del río Mapocho. El joven de 16 años queda tendido en el río hasta que algunos civiles, y luego bomberos, lo rescatan.
“Quiero desmentirlo: por ningún motivo Carabineros arrojó al menor”, dijo el teniente coronel Rodrigo Soto. “Ya basta que personas digan cosas que Carabineros jamás ha cometido. Eso nos causa mucho dolor (…), aún hay sujetos que no sé con qué intención inventan situaciones en redes sociales”, agregó.
Después de todos los informes internacionales constatando violaciones contra los derechos humanos, este primer viernes de octubre sugiere que poco y nada ha cambiado.
“Desde el retorno a la democracia, las Fuerzas Armadas y Carabineros se han mandado solos”, confesaba hace dos años el exministro del Interior José Miguel Insulza. Ni el fraude del Pacogate, ni el montaje del caso Huracán, ni el ocultamiento de evidencia tras el asesinato de Camilo Catrillanca, ni haber dejado ciegos a Gustavo Gatica y Fabiola Campillai…, nada es suficiente para reformar una fuerza policial que es incapaz de regenerarse por sí misma.
Seamos claros: la inmensa mayoría de los carabineros son personas honestas y bien intencionadas, que quieren trabajar en beneficio de la comunidad. Pero la institución ha degenerado a tal punto, que el ocultamiento de acciones delictivas se ha convertido en un instinto, un tic nervioso que hace a sus autoridades ocultar pruebas, negar hechos evidentes y acusar a otros por sus propias faltas.
El Alto Mando de Carabineros, capturado por una lógica tribal, actúa como una institución autárquica en conflicto con parte de la civilidad, y no al servicio de esa misma sociedad. Y, por lo mismo, se da el lujo de dividir a Chile en amigos y enemigos: trabajadores de la salud o de los camiones; manifestantes del Apruebo o el Rechazo, son medidos con distintas varas cuando protestan en la vía pública o cometen alguna infracción.
Esta suerte de policía ideológica llega a extremos tragicómicos: mientras la revista Time proclama a LasTesis como una de las 100 personalidades del año en el mundo, Carabineros se querella contra sus integrantes. Y hace unas semanas, usaron sus focos para evitar la proyección lumínica de un símbolo mapuche en Plaza Italia, en una actividad patrocinada por un programa del Ministerio de las Culturas.
Cada vez que un funcionario es agredido, como en el criminal ataque con bombas mólotov contra dos carabineras en noviembre pasado, los videos policiales que muestran lo ocurrido son difundidos en cosa de minutos. Cuando esa evidencia, en cambio, les perjudica, es sistemáticamente ocultada o destruida. Las investigaciones de la fiscalía reciben dilaciones y obstáculos en vez de la colaboración de quienes deberían ser los primeros interesados en establecer la verdad y sacar las manzanas podridas de su cajón.
El gobierno tuvo siete meses de relativa calma, por la pandemia, para acometer la reforma de Carabineros y establecer mecanismos de control. En vez de hacerlo, se convirtió en su aval incondicional. Cuando Contraloría, cumpliendo sus atribuciones legales, investiga el eventual incumplimiento de protocolos en el uso de la fuerza, el ministro del Interior ataca al ente fiscalizador, diciendo que “no se puede debilitar la acción de Carabineros” y prejuzgando que “los cargos van a ser desvirtuados”.
El gobierno del hortelano, no fiscaliza ni deja fiscalizar.
En junio, tres carabineros denunciaron, sin más evidencia que su testimonio, que se les había negado atención en el Hospital de Melipilla. De inmediato, el entonces ministro del Interior, Gonzalo Blumel, prejuzgó los hechos y acusó “una traición al juramento médico” y “un acto de discriminación inaceptable”.
Tras el sumario, el fiscal administrativo desechó la denuncia. En vez de disculparse con los injustamente atacados, el actual ministro del Interior, Víctor Pérez, acusó de “superioridad moral” y “soberbia” a los representantes de los trabajadores de la salud.
Es inaceptable que el gobierno divida al país en amigos a los cuales se ocultan sus pecados, y enemigos a los que se condena antes de siquiera investigar. Más aún cuando se trata con esa doble vara a dos grupos de servidores públicos: carabineros y trabajadores de la salud.
Tampoco es coherente que La Moneda de plena credibilidad a los informes internacionales cuando tratan de Venezuela, pero los minimice o cuestione cuando esas mismas organizaciones denuncian abusos en Chile. “No he visto ninguna sentencia en esa dirección”, respondió esta semana el ministro del Interior ante las violaciones a los derechos humanos constatadas por organismos como Human Rights Watch o las Naciones Unidas.
Cuando cualquier persona, con o sin uniforme, dispara a otra un escopetazo en la cara, o lo empuja al lecho de un río, debe responder ante la justicia por su acción. Pero cuando lo hace abusando de las atribuciones legales y el armamento que nosotros le entregamos para protegernos, la reflexión es más profunda. ¿Por qué ese carabinero vio a un civil como su enemigo? ¿Qué señales recibió desde arriba para actuar de esa manera?
Tras 30 años de democracia, la jerarquía de Carabineros sigue anclada en las lógicas de la dictadura, actuando como una fuerza de represión social antes que como garante de la igualdad ante la ley. Nuestra sociedad merece una fuerza policial confiable, y miles de carabineros honestos merecen trabajar en una institución respetada por la comunidad a la que debería servir.
¿Cuántos abusos, cuántas mentiras, cuántos muertos más se necesitan?
GENTILEZA DE DIARIO LA TERCERA